Crianza respetuosa, crianza consciente, crianza positiva, educación sexual, prevención de abuso sexual

Este testimonio fue el que después de 20 años de silencio, me animé a compartir con mi familia.

Son las 3:45 am y mi cabeza no para de pensar. La semana pasada fue como si reventara la última capa de mi burbuja de auto engaño. Yo, que me considero una mujer feminista, no me había dado cuenta de las implicaciones profundas de actos pasados en mi vida.

 

Ahora, estoy semi-tranquila, pero en cuanto empiezo a recordar, me empieza la ansiedad, la vergüenza y la culpabilidad.

 

Las manos me tiemblan y de manera irrefrenable, me dan ganas de llorar. De tener 34, me convierto en adolescente y mientras mi mente recuerda, paso a sentirme, vulnerable, expuesta e indefensa.

 

Toda mi vida pensé que no iba a tener el valor de hablar, y si ahora me atrevo es gracias a la parte psicológica que me ha abierto los ojos, a las implicaciones que seguir callando, pueda tener.

 

Como deja-vú vienen a mi, las palabras de mi psicóloga, “Tú no eres culpable”, “No le debes tu silencio a nadie que te haya hecho daño”. Piensa en las personas que puedan ser vulnerables. Llegando hasta acá debes estar preparada, soltaré una bomba emocional, que quizá te cambie la manera que tienes de verme hasta ahora.

 

Sinceramente pasó hace tanto tiempo que no recuerdo todo con exactitud. Pero todo empezó con un juego que consideraba inocente; despertó algo en una persona que todos conocen, hasta mencionar su nombre me cuesta. Se trata del esposo de mi hermana, el papá de mis sobrinas, mi cuñado (el individuo).

Recuerdo que estábamos sentados, en la mesa, no recuerdo bien el contexto, pero lo que sí recuerdo es que empecé a imitar los movimientos que hacía (el individuo), incluso estando mi hermana a un costado, en eso que se levanta la camisa y yo en mi ingenuidad para no perder el juego, también lo hice.

 

Tenía 13 o 14 años aproximadamente , iniciando mi despertar sexual, ahora sé, que a esa edad el cerebro no está 100 por ciento desarrollado. El cerebro aún está en formación y es inmaduro, además recién me enteré que tengo TDAH, por lo cual; mi desarrollo emocional estaba en desventaja en comparación con el de una persona neurotípica.

 

Puedo asegurar que quienes me conocen, sabrán que a veces me paso de ingenua y despistada. En muchas ocasiones parece que mi hermanita menor es mayor que yo. Pues debo admitir que es muy madura, a veces quisiera ser más como ella.

 

Mientas escribo esto, lloro en silencio, pues no quiero alterar a mamá, espero pronto tener las fuerzas de enfrentarla, por mucho tiempo negué y enterré inútilmente, en lo más profundo, lo que ahora estoy a punto de contar. Y hago hincapié en esto, pues el pasado siempre sale a flote, más cuando consideras que lo que hiciste fue malo y sucio.

 

Continuando con lo anterior:

 

Del juego inocente, un día me sentí observada mientras me bañaba, la puerta era pequeña y mi perpetrador era alto. Lejos de darme miedo, me dio una extraña curiosidad.

 

Pues nadie nunca me había visto así, no recuerdo exactamente cómo, ni cuándo empezaron los toqueteos, mismos que fueron escalando poco a poco, un día intentó besarme y meterme la lengua, sólo recuerdo que sentí mucho asco, mi cuerpo temblaba. Ahora sé que lo permití por que no sabía realmente lo que me hacía, lo que hacía. Pues a base de manipulación y aprovecharse de mi curiosidad e inocencia lograba su cometido.

 

Recuerdo que en otra ocasión me metió la mano debajo del short. Y me tocó, nunca había sentido nada así, fue incómodo pero el me decía que era un juego, que era saludar a “Su amiguita”, no sólo me tocó por abajo, también por arriba (mis senos, mi vagina). Fue muy raro para mí. Pues mi cuerpo sentía cosas que nunca había sentido, pero me sentía rara, como haciendo algo indebido. Esos tocamientos fueron repitiéndose a lo largo de un año, en la casa, en su vehículo, en su cuarto, en casi cualquier ocasión que el pudiera aprovechar, mis manos se ponen frías y por momentos me da rabia recordar.

 

En otra ocasión, me enseñó su pene, me dejó tocarlo, masturbarlo, incluso un día me dijo que me retaba a que le diera un beso con la ropa encima de su miembro y lo hice.

 

Al tiempo, el, “un chico de iglesia”, al que admiraba por saber tocar la batería y creerlo mi amigo, mi familia, alguien de confianza, que “me protegía”. Un día “me compartió” sus libros, de cristianos, en donde se hablaba de la obediencia, de “ser buena” que muchas veces la bondad era rendirse y ser sumisa, que “Dios” esperaba eso de aquellos a quienes amaría y protegería incondicionalmente, ahora entiendo que sólo me manipulaba. Hoy entiendo que tal vez percibió mi necesidad de atención, de ser vista, pues en esos tiempos, mi hermana mayor estaba embarazada, fue por ello que él individuo se mudó con mi familia, por ello se ganó la confianza de mi mamá, por ello se quedaba a veces a cuidarnos, en el hogar donde crecí, originalmente sólo vivíamos mis hermanas, mi madre y yo. Pues cuando tenía 6 años mis padres se divorciaron.

 

En esa temporada, recuerdo que fue cuando me enamoré perdidamente de un compañero de la secundaria, y le dijeron que me gustaba y me rechazó, mi corazón estaba por primera vez destrozado, me sentía muy poco valiosa, ignoro si ese fue el desencadenante o el aprovechó esa situación, pues en esos días era más que evidente que tenía el corazón roto, sinceramente los tiempos son borrosos.

 

Una parte de mi, ahora reconoce con mucha claridad, que siempre le tuvo miedo al perpetrador, pues en conversaciones pude notar que tenía mucha tendencia a la violencia,  que su sentido del bien y del mal no marchaban bien.

Recuerdo un día que discutieron mi hermana y mi perpetrador, pensé que era por mi culpa, pensé que mi hermana me iba a dejar de querer, pensaba que mi familia se iba a destrozar, pensaba que me había portado muy mal.

Fue cuando todo mi ser quería ir corriendo a decirle a mi hermana: “perdón, nunca lo vuelvo a hacer”, “perdón, no vuelve a pasar”. Cuando se lo conté al perpetrador, el obviamente me detuvo, me tranquilizó, me manipuló y me convenció de no hacerlo, pues “habían discutido por otra cosa”.

 

No recuerdo, si alguna vez usó la palabra secreto. Pero eso era. Así se sentía. Hoy puedo reconocer que nunca me sentí cómoda haciendo eso, una pequeña parte de mi sabía que no era normal, que no era bueno, pero pensaba que era mi culpa y que si decía algo me iba a odiar mi hermana mayor. O que mi mamá me podía odiar o decepcionarse de mí, pues ella se mataba trabajando para sacarnos adelante, sentía que mi mamá ya tenía mucho en que pensar, muchos problemas que solucionar, que no debía ser un problema más. Supongo que; en el fondo, sólo quería ser buena, buena hija, buena niña, buena hermana, buena “amiga”, ser buena, ser amada y no juzgada, ser buena y no ser una carga.

 

A pesar de que tengo un grado académico importante, hasta apenas el año pasado y por mi terapeuta pude saber qué era y significaba el abuso sexual, sólo tenía una vaga idea de lo que era una violación. En mi ignorancia, como jamás me había penetrado, pensé que como él lo llamaba era un juego. Un secreto sucio, del que nadie se debía enterar.

 

Una parte de mi, tenía miedo de que hiciera algo con mi hermanita 4 años, más pequeña, no sé si por eso consiente o inconscientemente “me dejé”, “me callé”, no sé si por eso “no protesté”, “no me quejé”.

 

Un día me llevó a su casa con un pretexto, “como los de siempre”, esa vez se sintió extraño, se sintió diferente, me dijo que lo acompañara a su cuarto, para ir a buscar algo, pero me aventó en la cama, me bajó los pantalones de golpe, me levantó las piernas, recuerdo sentirme indefensa, muy expuesta, vulnerable, tuve mucho miedo, el individuo, estaba como Primitivo, Animal, como un cavernícola que se alegra de inmovilizar a su presa, pues su cacería había sido un éxito. El tenía el pene de fuera, erecto, con una urgencia de culminar su propósito. No sé de dónde saqué las fuerzas, pues el me sujetaba, y yo medio desnuda, recuerdo que dije con todas mis fuerzas, que, si me llegaba a penetrar, todos se iban a enterar de que el me violó o algo así, gracias a Dios, al destino o a lo que le quedaba de raciocinio, se detuvo, algo lo hizo parar. Me soltó, probablemente se dio cuenta de la magnitud de sus actos, al menos eso quiero pensar.

 

De ahí en más creo que ya nada volvió a pasar. O al menos una temporada. Pero una parte de mi siempre se sintió muy culpable, sucia, poco merecedora, poco digna y el miedo que sentía hacia él sólo se incrementó.

Sin querer y sin saber, mi hermana mayor, me salvó cuando se casó y se fue a otro estado a iniciar una nueva vida con mi perpetrador.

 

Hoy entiendo que eso probablemente contribuyó a incrementar mi timidez, a ser una persona reservada y tranquila, a siempre querer hacer felices a los demás, a ocultar con humor y chistes mi verdadero sentir, a bloquear recuerdos, a siempre querer ser “la niña buena”, “la hija que hace todo por no incomodar”, “la que se sacrifica”, “la se pone en último lugar”. Tengo la teoría de que el abuso es como una bala como una bomba, pues los daños se extienden con ondas expansivas, en múltiples grados, durante varios años. Que no sólo se daña lo evidente, se daña todo.

A estas alturas, pensarán, que bueno que se acabó, que terminó, pues no. Casi 6 años después, en una visita a mi hermana tenía alrededor de 20 años y algo más de criterio. El individuo, ya casado, en familia,  el intentó volver a tocarme, mientras estaba sentada viendo la tele, mientras mi hermana estaba en la misma casa, en el mismo cuarto, recuerdo su cara de “incitación y deseo”, no sé si todos estos años soñó con violarme o algo más. Gracias a Dios, me llené de rabia y obviamente me enojé, dije NO, YA NO, y no me dejé, fue firme y claro. Y no pasó a mayores. No volvió a insistir.

Mucho tiempo negué lo que sentía, me sentí la culpable de todo, pero en terapia una frase que me dijo mi psicóloga, fue, “Tú nunca pediste nada de esto”.

 

“Una persona sensata, no hubiera hecho esto, más si ya había embarazado a tu hermana”. Mi perpetrador era 4 años mayor, tenía 18 años cuando iniciaron los tocamientos.  

 

Con el paso de los años, el tenerlo cerca se ha tornado sumamente incómodo para mi persona,  el sentir su presencia, me incomoda, trato de evitarlo a toda costa, incluso el mínimo roce. Me cuesta incluso mirarlo a los ojos, es como si verlo o escucharlo despertara los “Malos Recuerdos de lo que Siempre he querido olvidar”.

 

Actualmente lo tengo bloqueado en todas mis redes sociales, recientemente dejé de felicitarlo en su cumpleaños, pues se sentía falso, muy incómodo y era como aplaudir la impunidad, creo que nadie debe obligarse a festejar la existencia de su perpetrador.

 

Si antes no lo hablé fue por culpa, vergüenza, miedo, qué va a pensar mi hermana mayor de mi, qué va a pensar mi mamá de mi. En aquellos tiempos pensaba, ¿Y si Soy una Zorra?. Callo por qué si yo tengo la culpa, no las quiero embarrar de mi Mierda, pues así de sucia me siento, fueron las palabras que usé con mi psicóloga entre llantos, sollozos y temblores.

 

Una parte de mi no se había dado cuenta que quizá por eso no soy tan cercana a mis sobrinas como quisiera, pues viven en la casa del lobo. Pues cada ida a esa casa, me suponía mucha incomodidad. Por eso evitaba hacerlo a toda costa, por eso nunca iba sola.

 

Aguanté todo lo que pude, más de 20 años de silencio, de una complicidad no solicitada. 20 años de cargar con una culpa que pesaba. Ya no puedo vivir más así, he pensado mucho acerca de las implicaciones que esto tendrá en la vida familiar. Pero no quiero imaginar qué sería de mi si no te lo llego a contar. En el pasado me he sentido tan sucia y tan mal que pensé que mi vida daba igual, que estarían mejor sin mi, sentí mucho tiempo que no merecía ser feliz, ni ser amada.

 

Hermana, sé que es muy complicada tu situación, que probablemente estas atada a él. Si te lo digo ahora es por que es lo mínimo que siento que mereces de mi. La verdad. Ignoro profundamente si ya sabes esto. Y si lo sabes, no sé qué versión tendrás.

 

Decirle a mi hermana menor, fue el primer paso, para salir de esta prisión mental, no sé si por eso, me ha costado tanto relacionarme.

 

No sé si mi retraso emocional y sexual se deba a eso (spoiler alert, soy virgen, me da miedo no ser como los demás, no poder vivir o experimentar una sexualidad plena, pero si algo tengo claro es que primero muerta antes de hacer algo como lo que me hicieron a alguien más). No dejo de pensar en la culpa, la vergüenza, el no sentirme digna. En mi cabeza da vueltas, el pensar en las implicaciones profundas que esto va a ocasionar. Tengo miedo.

 

Por mi parte yo no les contaré nada a mis sobrinas, quizás más adelante o quizás nunca. Pero Hermana Mayor, a ti, te debo la verdad.

 

Estar incómoda, en múltiples situaciones familiares, sonreír cuando sólo quería alejarme e ir a un lugar seguro, callar, incluso ser cordial con mi perpetrador, “actuando y fingiendo que no pasaba nada”, fingiendo felicidad, para cubrir todo lo que sentía, son cosas que me cuestan demasiado, pero lo hacía para cuidarte o al menos eso creí. Lo hacía por cuidar a mis sobrinas.

 

Ahora sé que probablemente hice todo lo contrario, me siento muy culpable, me aterra pensar que; si abusó de mi, pudo haber tocado a mis sobrinas, pues el abuso se da siempre por parte de una figura de autoridad.

 

También sé; de primera mano que alguien puede lucir, normal, feliz y por dentro estar profundamente triste, avergonzado, callando silencios que pesan toneladas, arrastrando la vergüenza hasta quedarse sin fuerzas.

 

Hoy tengo trastorno de ansiedad generalizada, Trastorno de Estrés Post-Traumático, también depresión, problemas de autoestima e inseguridad y ve tú a saber cuántas cosas más. Y no quiero que eso le pase ni a mis sobrinas, sólo quiero protegerlas, fueron mi motivo principal, para poder hablar, pues es sumamente incómodo y difícil, pero no quiero que nadie más sea abusada.

 

No me di cuenta de lo peligroso que puede ser. Siendo el maestro, imagina cuántas niñas no están en peligro de ser manipuladas, o cuántas ya lo fueron, sé que estadísticamente es muy probable que el abuso se dé con varias personas más, varias víctimas más, por lo menos 6 por un mismo perpetrador. Ojalá que sea sólo una conjetura mía mal infundada; pero: ¿qué tal sí ya le pasó a alguien más? Hoy mi testimonio lo comparto por mi, por ti, por mis sobrinas y por las niñas que pueden estar en peligro o viviendo una situación similar. Lo comparto por la mujer resiliente y valiente, que aspiro a convertirme.

 

Sé de antemano que no es sencillo, probablemente lo calles, pero de ahora en más, te aviso que no quiero volver a estar cerca de él, en ningún momento, comprenderás que es muy incómodo, comprenderás, que me da asco, perdona si eso te causa daño a ti o a mis sobrinas. Es lo que menos quiero.

 

Si pudiera retroceder el tiempo y evitar esto, desearía haber sido menos noble, menos ingenua, menos manipulable. Estar mejor informada, pues si hubiese sabido qué era e implicaba un abuso a tiempo, estoy segura que nada de esto hubiese pasado. Durante mucho tiempo, tuve problemas de autoestima, alimentación y siento que de alguna forma le regalé mi “juventud” a la sentencia autoimpuesta.

 

No quiero perder nuestro vínculo hermana, ni quiero distanciarme de mis sobrinas, pero respeto y entiendo cualquier cosa o acción que decidas hacer.

 

Una gran parte de mi piensa en que mi perpetrador, se pueda enojar o hacerme algo, si su familia se ve afectada. Si me llega a pasar algo, quiero que sepas que me arrepiento profundamente del daño que te pude haber causado, que yo no lo pedí, que no lo volvería a hacer por nada del mundo, que te quiero mucho y si algo me llega a pasar no dudes que fue él.

 

En 8 de cada 10 casos de abuso sexual, el niño conoce al agresor. Con frecuencia el agresor es alguien que el niño confía o ama, tal como un padre, vecino o familiar.

 

Lamentablemente el abuso es más común de lo que me gustaría saber. Actualmente, sigo sanando, no sé cuánto tiempo vaya a tardar, pero estoy comprometida con mi proceso. Sé que entre más pronto una persona hable y reciba la atención debida, el daño se puede atenuar, sé que cada caso es diferente, que cada familia es diferente, sé que el camino a la sanación es duro, con altibajos, sé que sanar es un proceso. Pero sé que en mi caso, con todo lo que significó, puedo decir que no me arrepiento de haber hablado, liberarme de ese sucio secreto, se sintió tan bien después de haber hablado, lejos de sentirme juzgada me sentí apoyada por mi familia, incluso por mis hermanas, hoy sé que nunca es tarde para luchar por ti, por tu libertad, por tu seguridad, por tu justicia. Hoy sé que mi perpetrador sabe que su impunidad se terminó, sé que carga ahora con la vergüenza y la responsabilidad que supone cometer estos actos.

 

Sé que no fue mi culpa lo sucedido, pero sé que es mi derecho y responsabilidad luchar por la vida que merezco y ser dueña de mí, sé que el amor propio y la compasión ayudan, pero es un proceso. Puedo decir con orgullo que es la primera vez que leo esto y mis ojos no lloran, aún me da rabia y mis manos se ponen frías, pero poco a poco voy avanzando. Recientemente acudí a mi primera marcha en el 8M, mi mente pudo darle un significado profundo a la palabra SORORIDAD, al “Yo sí te creo”, pude ver que no era la única, volví a confirmar que no estaba sola, que juntas somos poderosas y que estamos comprometidas por lograr un país más justo, hoy sé que mis sobrinas están bien y que ellas saben prevenir un abuso, son mujeres informadas y que su tía estará siempre dispuesta a defenderlas. 








Paula Aguilar, CEO CONCIENCIA/MAMÁ CON CIENCIA, quien es tallerista, conferencias y asesora para padres e instituciones

Bienvenido a mamá con ciencia



Soy Paula, mamá de 3 hermosos hijos, psicóloga de niños y adolescentes y asesora educativa familiar.

CONOCE MÁS
Crianza respetuosa, crianza consciente, crianza positiva, educación sexual, prevención de abuso sexual
DESCARGA GRATIS
por Eve m 20 feb., 2024
Soy sobreviviente de abuso sexual.
por Eve m 22 ago., 2023
Mi mamá era mamá soltera y se casó con el que ahora es mi padrastro cuando yo tenía 5 años.
por Eve m 22 ago., 2023
Cuando tenía 7 años vino la segunda familia de mi abuelo por su cumpleaños, vinieron mis primos y ese día todo iba "normal"
por Eve m 27 jul., 2023
Cuando era pequeña, estoy y hablando que yo estaba en kínder, tenía unos primos que vivían en Cd Chihuahua a los cuales visitábamos muy seguido debido a la inestabilidad y mala relación de sus padres, nuestras mamás se juntaban los fines de semana y nos quedábamos con ellos en Chihuhua de visita.
por Eve m 27 jul., 2023
Es la primera vez que cuento esto y te comparto mi historia para poder desahogarme y esperando que esto pueda ayudar de alguna manera a alguien.
por Eve m 27 jul., 2023
Me encanta este tema porque soy una sobreviviente y estoy sumamente interesada en detener el abuso sexual en menores.
por Eve m 25 jul., 2023
Yo nací en el año 2006 en una familia "Cristiana" de ambas partes tanto materna como paterna eran cristianos , yo desde que nací hasta mis 15 años y medio vivi cerca de mi familia paterna, mi familia materna vivía en otro estado y no nos visitaban seguido. Mis abuelos son pastores y mi familia siempre a tenido cargos "grandes" en la iglesia.
por Eve m 14 jul., 2023
No recuerdo con detalle la edad que tenía, pero eran más o menos 6 o 7 años, cuando mi hermano en ese entonces de 14 años abuso de mi.
por Eve m 14 jul., 2023
Soy hija única del primer matrimonio de mi mamá y que al parecer no duró más que 9 meses después que nací, ya que mi papá biológico era muy mujeriego y pues bueno engaño a mi mamá y está lo dejo por que no lo amaba, ella se casó con él por que se embarazó.
08 jun., 2023
Aunque mi mamá me había hablado de que nadie debía tocarme mis genitales sin mi consentimiento, yo no entendía muy bien que pasaba...
Más entradas
Share by: